En medicina se denomina posición de decúbito prono a aquella en que el cuerpo reposa sobre su parte delantera, es decir, cuando está boca abajo; y es decúbito supino la contraria, apoyado sobre la espalda. Pero lo común es hablar de postura boca arriba o boca abajo que, parecería, son términos que entiende cualquiera sin dificultad. Pero esto no siempre es así.
El médico que acudió a una casa rural encontró a un viejo paciente que yacía de lado, acurrucado por el dolor, con la compañía de su mujer sentada al borde de la cama. El doctor se dispuso a explorarlo y le pidió que se colocara boca arriba. Aquel hombre sin modificar su actitud le miró con ojos extrañados.
—¿Cómo que boca arriba? ¿Eso cómo es?
—Pues boca arriba, ¿cómo va a ser?
El viejo parecía seguir sin entender lo que el médico le ordenaba y no era porque el dolor le impidiera adoptar la postura requerida sino que con la mayor ingenuidad no acertaba a saber qué era “poner la boca arriba”. La esposa supo encontrar las palabras adecuadas que arreglaron la situación.
—Eutimio, lo que el doctor dice es que te pongas de memoria.
Y de inmediato el hombre se dio la vuelta, quedó en perfecto decúbito supino, completamente estirado de piernas y tronco y con los brazos flexionados y las manos cruzadas sobre el pecho. De memoria quería decir para aquellas gentes ¡la postura de los muertos! Con todo lo gracioso del asunto la cosa no deja de tener un sugestivo interés en cuanto a la antropología cultural puesto que significa la pervivencia en ámbitos sociales muy aislados de términos ya olvidados en la mayoría de los demás sectores de la población. En efecto, la memoria, el memento latino, es un concepto que secularmente estuvo unido a la muerte y, sobre todo, a la representación que del ser humano muerto guardaba la sociedad. Son los monumentos sepulcrales de casi todas las culturas en los que la figura del difunto aparece en esa concreta postura yacente, y da lo mismo que lo haga con alardes escultóricos o pictóricos o con apenas unos trazos ideográficos como vemos en tumbas muy primitivas en los más distantes lugares del mundo.
José Ignacio de Arana