Los barbarismos médicos populares no suelen plantear grandes dificultades para quienes los oyen en su lengua materna. Ante un paciente de habla hispana que utilice expresiones como asiática, cafeterismo, espina del rosal, glóbulos vaginales, pólipo frenético, próstola, tiritas radiactivas o tomatíes, por ejemplo, el médico español con cierta experiencia no tarda en adivinar que lo que en realidad quiere decir es ciática, cateterismo, espina dorsal, óvulos vaginales, cólico nefrítico, próstata, tiras reactivas y hematíes, respectivamente.
La cosa se complica mucho cuando en este ejercicio de comunicación intervienen dos lenguas distintas, como es el caso de la asistencia sanitaria a turistas e inmigrantes en hospitales, servicios de urgencias, centros de salud y consultorios.
Para el médico o el intérprete de lengua materna española puede llegar a resultar enormemente complicado tratar de elucidar qué quiere decir exactamente un paciente de habla inglesa cuando habla de blood vile (literalmente, vil sanguínea), brown kitties (gatitos pardos), color bone (hueso de colores), curly B lines (líneas B rizadas), electric lights (luces eléctricas), ox vomit (vómito de buey), Queen Ann (Reina Ana), superstitious fleabites (picaduras de pulga supersticiosas), very close veins (venas muy próximas) o watery tension (tensión acuosa).
Con la dificultad añadida de que todos estos barbarismos, por considerarse erróneos, no aparecen tradicionalmente recogidos en los diccionarios, en las recopilaciones terminológicas ni en las fuentes habituales de consulta.
Hace falta un excelente dominio de la lengua inglesa, muchos meses historiando a pacientes anglohablantes y una buena dosis de imaginación para captar o al menos sospechar que lo que nos quieren decir es blood vial (tubo de sangre), bronchitis (bronquitis), collarbone (clavícula), Kerley B lines (líneas B de Kerley), electrolytes (electrólitos), nux vomica (nuez vómica), quinine (quinina), superficial phlebitis (flebitis superficial), varicose veins (varices) y water retention (retención hídrica), respectivamente.
No es nada fácil, no, saltar de una lengua a otra cuando de la jerga de los pacientes se trata. Tiene mucho mérito el profesional que lo intenta a diario: el intérprete biosanitario.
Fernando A. Navarro