La tecnología perdería gran parte de su aura de prestigio si prescindiera del lenguaje complicado para expresar sus términos. Ciertamente en gran parte de las ocasiones esto no es posible porque el origen marca el nombre de las cosas, y en el caso de la tecnología éste se encuentra en objetos o conceptos que ya de por sí tienen un lenguaje complejo para el común de las gentes.
Lo gracioso sucede cuando ese afán humano por estar a la altura de los tiempos, unido al tantas veces difícil ejercicio de nombrar correctamente las cosas que no entendemos, se va a manifestar con absoluta falta de rubor y de conciencia del equívoco.
Es el caso de aquella mujer que relatando los problemas que había tenido durante muchos años de matrimonio para conseguir descendencia, explicaba así el éxito obtenido con las nuevas técnicas reproductivas:
- Pues fuimos a la clínica X, me incineraron (inseminaron) y me quedé embarazada de gemelos.
– En el parto se me encajó el féretro (feto) y tuvieron que hacerme la necesaria (la cesárea).
– Que yo sepa, en mi árbol ginecológico (genealógico) no ha habido esas enfermedades que usted dice.
– Mañana le hacen una coreografía (ecografía) a mi mujer y el médico nos dirá si es niño o niña.
– Me han hecho una lamparoscopia (laparoscopia).
– Me ha dicho el médico que no coma mucha grasa porque tengo los triciclos (triglicéridos) altos.
– Quiero que me haga un análisis para ver como tengo el ácido único (ácido úrico).
– ¿Han llegado los resultados de mi eurocultivo (urocultivo)?
– Manolín se ha roto el brazo, pero me han dicho que sólo es una fractura en espárrago verde (en ‘tallo verde’).
José Ignacio de Arana